lunes, 13 de agosto de 2018

Napo, un perro extraordinario (Cuento)



NAPO, UN PERRO EXTRAORDINARIO
A Napito, mi mascota fiel y entrañable.

            Napo era oriundo del estado Apure y llegó muy pequeño a la población de Cantaura. Allí, su familia adoptiva le brindó mucho cariño y protección. Él corría, jugaba, dormía, comía, ¡era un perro muy glotón!

            Un día, entró muy cauteloso a la casa de la vecina, tomó un pan de la mesa, y con tranquilidad se vino al patio a comérselo. Detrás de él, venía la vecina alarmada por lo sucedido: ¡Su hijo menor se había quedado sin desayuno!

            Nos quedamos sin palabras y ante aquella imagen de Napo comiéndose un pan ajeno, Jeremías, el más joven de la familia, enfatizó: ─ ¡Hay que amarrarlo!
            El perro, al escuchar esa aterradora sentencia, volteó, soltó el pan y corrió por todo el patio. Se puso boca arriba moviendo las patas traseras y delanteras de un lado a otro, y así formaba muchas poses divertidas. Todo esto con el fin de buscar risas y conmover a la familia.

            Jeremías insistía en la necesidad de amarrarlo, pero algunos miembros se negaban a hacerlo. Por lo tanto, acordaron una reunión urgente para tomar una decisión.

            Se escucharon las ventajas de tener a Napo suelto:

─Cuidará la casa de algún ladrón.

─Tendremos quien nos reciba en casa.

─Nos hace reír con sus volteretas y poses.

Se escucharon las ventajas de tenerlo amarrado:

─No se comerá panes ajenos.

─No romperá las sandalias de Mireya.

            El perro no dejaba de mirarlos a todos con sus ojitos marrones brillantes y despiertos.

            Jeremías, en un tono protocolar, expresó: ─Levante la mano quien desea tener a Napo amarrado.

Sólo se vio su mano levantada.  

            Luego, en el mismo tono, dijo: ─Ahora, levante la mano quien desea tener a Napo suelto.

            El perro, sin esperar respuesta, levantó su pata delantera y comenzó a reír como un niño. Todos estupefactos ante esta reacción, se miraron, se sonrieron y acordaron estar más atentos de no dejar la reja principal abierta para evitar otra escapada de Napo. Ahora, él corretea felizmente por todo el patio haciendo reír a toda la familia, y sin comerse panes ajenos.

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