El Caballero Bombón
A Keiver José González Alcántara,
con mucho amor
para uno de los primeros niños artistas
de Mirada
Creativa.
.
Una
tarde, el pequeño Keiver se encontraba mirando el paisaje a través de la
ventana de su habitación. Desde allí observaba con atención el vuelo de algunas
aves y el baile de las ramas de los árboles al compás del viento.
De
repente, cerró sus ojos y un vistoso colibrí se posó a su lado:
─¿Qué te sucede,
pequeño?
Luego
de sorprenderse por tan inesperada visita, se estrujó los ojos para cerciorarse de que no
estuviera soñando.
─¡Hey! Pero… ¡si eres
un ave! ¿Cómo puedes hablar?
─No te asustes, amigo.
─¡Cómo quieres que no
me asuste! Si los animales…
Antes
de culminar su frase, el colibrí empezó a trinar alegremente y a volar hacia
atrás y hacia adelante, en una danza inexplicable para el niño, quien no salía
de su asombro ante semejante aleteo del ave, y que le había
dibujado una sonrisa en su rostro.
─¿Ya estás más
tranquilo? ─, le preguntó el pájaro muy sonreído al ver que el miedo del niño
había mermado. ─¿Vas a decirme qué te pasa?
─Estoy preocupado.
─¿Preocupado? Si eres
un niño.
─Y tú eres un ave.
Ante
estas afirmaciones, los dos prorrumpieron en risas.
─¿Por qué estás
preocupado?, ─indagó el bondadoso colibrí.
─Porque tengo que ser
un Caballero Bombón. ─respondió el pequeño con un leve suspiro.
─¿Un Caballero Bombón? ─inquirió
el ave muy desconcertado.
─Oye, desde que
llegaste no has dejado de hacerme preguntas. ¿No sabes hacer otra cosa?
─Volar, mira.
Cuando
ya se disponía a danzar nuevamente, Keiver reaccionó:
─Está bien, está bien,
discúlpame. Veo que eres un amigo verdadero porque quieres escucharme.
El
pájaro le trinó cariñosamente, en señal de prestarle atención.
─Sí, tengo que ser un
Caballero Bombón en mi clase de teatro. ─expresó un poco angustiado, con sus
manitas apoyadas en sus mejillas.
─¡Ah! ¡En tu clase de
teatro! ¡Ahora sí entiendo!
─¿Y tú sabes lo que es
teatro?
─Viste que no soy el
único que hace preguntas ─le dijo el ave pícaramente.
─Es cierto ─ al tiempo
que se reía por la ocurrencia del pequeño colibrí─, pero ¿cómo sabes lo que es
teatro?
─Porque nosotros
existimos desde hace millones de años, y el teatro ha existido desde hace
millones de años.
─¿Qué? ¡Grandioso!
─ Pero lo que no
comprendo es tu angustia con eso de representar a un Caballero Bombón.
─Por dos razones: porque
caballero es de hombre y yo soy un niño. Falta mucho, muchísimo para
convertirme en un hombre. Y los bombones se comen, y yo no soy comestible.
El pájaro no pudo
contener la risa.
─¡Hey! ¿Por qué te
ríes? ─increpó el niño un poco molesto.
─Discúlpame,
solo que me dio mucha risa lo de comestible. Por supuesto que no lo eres. ¿Por
qué dices eso?
─¡Porque
no sé cómo hacer eso de Caballero y Bombón, al mismo tiempo! ¿Por qué mi profe de teatro no pudo darme otro papel más
fácil, como el de un mago, un payaso o un ave, como tú?
─Cálmate,
estoy seguro que tu profesora te dirá cómo hacerlo. ¿Cuándo te dieron el papel?
─Esta
mañana.
─¡Apenas
esta mañana! Lo ves. Confía en que la profe te ayudará en la próxima clase. Ese
día le notificas todas tus dudas.
─¿Tú
crees?
─¡Por
supuesto! ¿Y hablaste con tu mamá? Mira que las madres son los seres más maravillosos
e incondicionales de la tierra. Te escuchan, a veces te regañan, pero te
escuchan, que te lo digo yo. ¡La mía es regañona, pero adorable!
─¡Ay, amigo! Sí, ya
hablé con ella. ¿Y sabes que me dijo?
─¿Qué te dijo?
─Que usara mi
imaginación y…
─¡Ves! ─lo interrumpió
el ave─ Las madres siempre iluminan.
─Pero… mi mamá me dijo
cómo era un caballero, pero no me dijo cómo era un Caballero Bombón.
─¡Ah,
ya! ¿Quieres volar?
─¡Ah, no, colibrí!
Piensas volverme loco. Yo no tengo alas.
─Quise decir, volar con
la imaginación.
─¡Ahhhh! Mi mamá
siempre me dice que nunca pierda la imaginación, sobre todo cuando esté grande.
─Y tu mamá tiene razón.
Nunca pierdas tu imaginación, es lo mismo que decir tu niño interior.
─¿Cómo es eso?
Niño que no es curioso,
no es niño. ─dijo el colibrí en un leve susurro.
─¿Qué dijiste, amigo?
─Nada, nada. Luego te
explico lo del niño interior. Ahora, ¡a volar!
─¡A volar!
─Cierra los ojos.
─exhortó el ave.
De repente, el azul del
cielo se hizo más brillante, mientras el agradable soplo del viento acompañaba
el canto de los pájaros que volaban por encima de los árboles.
Hasta que se escuchó la
cálida voz del amistoso colibrí:
En
un país muy lejano vivía un joven muy guapo, pero muy maleducado. Esta cualidad
no era del agrado de ninguna de las muchachas a quienes él pretendía. Todas se
alejaban, por lo que cada vez estaba muy solo. Hasta que un día, mientras se
miraba frente al espejo, su corazón comenzó a sentir mucha tristeza.
En
ese momento, se le apareció un hada muy indulgente, quien se apiadó del joven y
le dijo: ─Mírate, ¿cuáles son tus cualidades?
─Bueno,
soy apuesto…
─¿Y
qué más?
─Atractivo…
─Ajá,
¿y?
─Un
galán. Todo un bombón.
─Muy
bien. Eso es por fuera, ¿y por dentro?
No
hubo respuesta.
─¿Cuántas
veces te has equivocado y no has pedido disculpas?, ¿cuántas veces has tenido
que dar las gracias y no lo has hecho? ─reanudó el hada.
─A
veces sí lo digo. Como todo un bombón. ─manifestó el joven en un tono casi
desfallecido.
─Pero
un bombón es dulce y tú…
Esta
pausa del hada fue el detonante para que el mozo cayera al piso de rodillas y
rompiera a llorar.
Al
cabo de unos minutos, aún entre sollozos, reconoció: ─Admito que la mayoría de
las veces no soy tan bombón. ¿Cómo hago para serlo?
─Empieza
desde tu corazón. Te convertirás en un verdadero bombón si eres dulce y amable con
las demás personas. Y esa dulzura viene de adentro, no de afuera. Y así serás
todo un caballero bombón.
El
joven se quedó en silencio, meditabundo, mientras el hada se alejaba sonriente
y complacida. Y colorín colorado…
─¡Este cuento se ha
acabado! ¡Qué bonita historia, colibrí! ¡Ahora entiendo lo de ser un caballero
y bombón al mismo tiempo.
─¡Me contenta mucho,
amigo! ─exclamó el ave con mucho regocijo.
En ese momento, se
escuchó la voz de la madre de Keiver: ─Hijo, ven a comer tu merienda, ya está
servida.
─Voy, mami. ─manifestó
el niño─ Oye, oye ¿y cómo es eso del niño interior?
─Ya no dará tiempo de
aclararte. Pero pregúntale a tu mami. Estoy seguro que te dará respuestas muy
sabias.
─Está bien, colibrí.
¡Adiós!
─¡Adiós, amigo!
Mientras el niño se deleitaba con su refrigerio,
interpeló: ─Mami. ¿Qué es un niño interior?
La madre, ante la repentina pregunta del pequeño, sonrió,
suspiró y se quedó mirándolo, buscando una respuesta que yacía olvidada en su
corazón, pero que su hijo le había hecho rememorar.
Muy Bella Historia Profesora Dayana Velásquez que sigan los Éxitos para Mirada Creativa.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, José. ¡Amén! También te deseo muchos éxitos en tu carrera fotográfica y en todo lo que te propongas.
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