jueves, 8 de noviembre de 2018

Alejandra y sus amigos matemáticos




Alejandra y sus amigos matemáticos
A Alejandra Sarabia, la niña que me atrapó el corazón.

Una tarde de tareas, la maestra Mily revisaba las cuentas de una niña muy querida y un poco traviesa.
─Ale, ¿qué número es este?
─Un cuatro, maestra ─respondió sonreídamente.
─¿Un cuatro? Pero no se entiende.
─No, maestra. Lo que pasa es que este cuatro está haciendo ejercicio −dijo la niña con picardía.
─¡Ah, sí! ─ exclamó Mily, al tiempo que las risas de ambas no se hicieron esperar.
De repente, el cuatro saltó de la página y entonó: Uno, dos, tres, a mover los brazos, a mover los pies, y la alegría llegará a tu alma en un dos por tres.
Mily quedó boquiabierta ante semejante hecho, no podía creer aquello que veía.
─¿Y por qué duda de mi presencia? ─le replicó el cuatro ─ Los números formamos parte de su día a día, sin nosotros la vida sería un caos. ¿Verdad, amigos?
Inmediatamente, un desfile de números de muchas formas y tamaños hacían acto de presencia, al ritmo de un animoso baile, mientras a coro, gritaban:
─Uno, dos, tres, a mover los brazos, a mover los pies, y la alegría llegará a tu alma en un dos por tres.
─¿Cuántos helados?, ¿cuántos lápices?, ¿cuántas pinturas?, ¿cuántos abrazos?, ¿cuántos niños?, ¿cuántas escuelas?, ¿cuántos juguetes?, ¿cuántos árboles?, ¿cuánto amor? ¡Estamos hasta en lo que no es medible, porque somos infinitos!  
─¡Es cierto! ¿Y desde cuándo te hiciste amiga de los números, Ale? ─interrogó Mely con asombro.
─¡Desde chirriquitica!
Luego de reír por la jocosa respuesta de Alejandra, no pudieron resistirse a aquel canto matemático y, sin pensarlo mucho, se unieron con sumo júbilo:
─Uno, dos, tres, a mover los brazos, a mover los pies, y la alegría llegará a tu alma en un dos por tres.
─¿Vio? ¡Los números son muy divertidos! Por eso, no hay que escribirlos tan derechitos.
─Es cierto, pequeña, sin embargo, recuerda que un número que no se entienda bien, puede generar muchas confusiones. ¡Imagínate que tengas que hacer un dibujo para el cuatro de marzo y, por no estar bien escrita la fecha, entiendas que es para el nueve de marzo!
─¡Una locura! ─indicó la niña con divertidas risas.
─O que el resultado de la suma sea siete, pero se entienda nueve, como esta que vemos acá – continuó Mily, señalando la cuenta en el cuaderno.
─¡Maestra… lo que sucede es que el siete está borracho!
─¡Qué! ─inquirió Mily.
De repente, el siete brincó de la página tambaleándose un poco.
─¡Estoy embriagado, pero de la emoción!
─¡Eso fue lo que quise decir! ─dijo la pequeña.
─¡Ah, qué susto! ─profirió la maestra.
─¡El baile y el canto me han dejado exhausto de felicidad, tanto que no puedo sostenerme! Por otra parte, es válida la observación de Mily, niña. ¿Qué pasaría si me confunden con el nueve? ¡Las cuentas saldrían equivocadas! ¡Las sumas, las restas, las multiplicaciones y las divisiones! ¡Ni qué decir de las fracciones! ─expresó con azoro el siete.
─Es cierto, maestra y amigos matemáticos. Ya lo he comprendido. De ahora en adelante tendré más cuidado para escribir mejor los números.
 ─¡Bien! ¡Aplausos para Alejandra! ─aclamaron los signos matemáticos.
─¡Un momento!  ¿Mely, ahora crees en nosotros? ─indagó el cuatro.
─¡Por supuesto! ¡Y no solo en ustedes, también en su baile, en su canto y en lo divertido que son!  ─respondió ella con entusiasmo.
─¡Un momento! Quiero decir algo más ─arguyó la niña con una seriedad juguetona.
─¿Qué? ─preguntaron todos a coro.
─¡Qué tarde tan divertida! ─manifestó Ale con regocijo.
─¡Sí! ─prorrumpieron las voces.
Así, entre vítores y rítmicos pasos, todos cantaron: ─Uno, dos, tres, a mover los brazos, a mover los pies, y la alegría llegará a tu alma en un dos por tres.



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