Alejandra y sus amigos
matemáticos
A Alejandra Sarabia, la niña que me atrapó el
corazón.
Una tarde de tareas, la maestra
Mily revisaba las cuentas de una niña muy querida y un poco traviesa.
─Ale, ¿qué número es este?
─Un cuatro, maestra ─respondió
sonreídamente.
─¿Un cuatro? Pero no se entiende.
─No, maestra. Lo que pasa es que
este cuatro está haciendo ejercicio −dijo la niña con picardía.
─¡Ah, sí! ─ exclamó Mily, al
tiempo que las risas de ambas no se hicieron esperar.
De repente, el cuatro saltó de
la página y entonó: Uno, dos, tres, a mover los brazos, a mover los pies, y la
alegría llegará a tu alma en un dos por tres.
Mily quedó boquiabierta ante
semejante hecho, no podía creer aquello que veía.
─¿Y por qué duda de mi
presencia? ─le replicó el cuatro ─ Los números formamos parte de su día a día,
sin nosotros la vida sería un caos. ¿Verdad, amigos?
Inmediatamente, un desfile de
números de muchas formas y tamaños hacían acto de presencia, al ritmo de un
animoso baile, mientras a coro, gritaban:
─Uno, dos, tres, a mover los
brazos, a mover los pies, y la alegría llegará a tu alma en un dos por tres.
─¿Cuántos helados?, ¿cuántos
lápices?, ¿cuántas pinturas?, ¿cuántos abrazos?, ¿cuántos niños?, ¿cuántas
escuelas?, ¿cuántos juguetes?, ¿cuántos árboles?, ¿cuánto amor? ¡Estamos hasta
en lo que no es medible, porque somos infinitos!
─¡Es cierto! ¿Y desde cuándo te
hiciste amiga de los números, Ale? ─interrogó Mely con asombro.
─¡Desde chirriquitica!
Luego de reír por la jocosa
respuesta de Alejandra, no pudieron resistirse a aquel canto matemático y, sin
pensarlo mucho, se unieron con sumo júbilo:
─Uno, dos, tres, a mover los
brazos, a mover los pies, y la alegría llegará a tu alma en un dos por tres.
─¿Vio? ¡Los números son muy
divertidos! Por eso, no hay que escribirlos tan derechitos.
─Es cierto, pequeña, sin
embargo, recuerda que un número que no se entienda bien, puede generar muchas
confusiones. ¡Imagínate que tengas que hacer un dibujo para el cuatro de marzo
y, por no estar bien escrita la fecha, entiendas que es para el nueve de marzo!
─¡Una locura! ─indicó la niña
con divertidas risas.
─O que el resultado de la suma
sea siete, pero se entienda nueve, como esta que vemos acá – continuó Mily,
señalando la cuenta en el cuaderno.
─¡Maestra… lo que sucede es que
el siete está borracho!
─¡Qué! ─inquirió Mily.
De repente, el siete brincó de
la página tambaleándose un poco.
─¡Estoy embriagado, pero de la
emoción!
─¡Eso fue lo que quise decir! ─dijo
la pequeña.
─¡Ah, qué susto! ─profirió la
maestra.
─¡El baile y el canto me han
dejado exhausto de felicidad, tanto que no puedo sostenerme! Por otra parte, es
válida la observación de Mily, niña. ¿Qué pasaría si me confunden con el nueve?
¡Las cuentas saldrían equivocadas! ¡Las sumas, las restas, las multiplicaciones
y las divisiones! ¡Ni qué decir de las fracciones! ─expresó con azoro el
siete.
─Es cierto, maestra y amigos
matemáticos. Ya lo he comprendido. De ahora en adelante tendré más cuidado para
escribir mejor los números.
─¡Bien! ¡Aplausos para
Alejandra! ─aclamaron los signos matemáticos.
─¡Un momento! ¿Mely, ahora crees en nosotros? ─indagó
el cuatro.
─¡Por supuesto! ¡Y no solo en
ustedes, también en su baile, en su canto y en lo divertido que son! ─respondió ella con entusiasmo.
─¡Un momento! Quiero decir algo
más ─arguyó la niña con una seriedad juguetona.
─¿Qué? ─preguntaron todos a coro.
─¡Qué tarde tan divertida! ─manifestó
Ale con regocijo.
─¡Sí! ─prorrumpieron las
voces.
Así, entre vítores y rítmicos pasos, todos cantaron:
─Uno, dos, tres, a mover los brazos, a mover los pies, y la alegría
llegará a tu alma en un dos por tres.
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