El corazón de Nicole
A
Nicole Valentina Cedeño, la niña que sueña con el corazón.
Aquella noche, Nicole se fue a la cama
luego de recibir el acostumbrado y fortalecedor abrazo de sus padres, muy feliz de
haber hecho sus tareas, jugar con su hermana y haber comido su cena favorita.
Sin embargo, al apagarse la luz, súbitamente una inquietud se
apoderó de su mente:
─¡Mañana es la graduación de mi hermanita y el compartir de
despedida de mi maestra!
¿Cómo
haré para estar en los dos lugares?
Así empezó a cavilar, mientras su
corazón palpitaba de alegría al recordar que al día siguiente tendría gratos
momentos para disfrutar y sonreír.
Se levantó con rapidez de la cama y
fue a preguntarle a sus padres cómo harían para llevarla a la graduación y al
compartir.
Sus padres suspiraron y sonrieron ante
aquel inquietante dilema e iniciaron una agradable conversación con su hija
para guiarla a tomar una decisión.
─A ver, Nicole, como
ambos eventos serán a la misma hora, tenemos que hacerte una difícil pregunta:
¿A cuál de los dos quieres que te llevemos? ─le dijeron sus
padres cariñosamente.
De nuevo, el corazón de la niña
comenzó a latir, y casi en un musitar, respondió:
─Mami, papi, quiero estar en los dos lugares.
─Hija, sabemos que
eso es lo que anhela tu corazón, pero ya te explicamos que eso no es posible ─dijo su padre con dulzura.
─Mi niña, en la vida
estamos tomando decisiones de manera constante, algunas más sencillas, otras
más complejas, como la que tienes hoy ─expresó su madre.
─¿Cómo es eso, mami?
─interrogó la niña con interés.
─Si te doy a escoger
entre un helado de chocolate y otro de vainilla, ¿cuál elegirías? ─prosiguió la madre.
─¡Chocolate, mami! ─exclamó la niña sin pensarlo.
─Ves, mi niña. Esta
fue una decisión fácil, porque te gusta más el chocolate. Ya habrá otro momento
en que puedas probar el de vainilla.
─¡Sí, mami!
─Ahora bien ─intervino el padre─ una decisión
compleja es como la que tienes en este momento. Quieres asistir a la graduación
de tu hermanita y también al compartir de despedida de tu maestra. Ambos
momentos son muy importantes para ti, pero tienes que elegir uno de los dos.
─¡Ahora sí entiendo,
papi! ─afirmó Nicole con alborozo─ pero sigo sin
saber qué hacer… quiero estar en los dos ─manifestó, mientras
un dejo de nostalgia se dibujaba en su rostro.
─Haz algo, hija: ve a
dormir, y ya descansada, podrás escuchar tu corazón ─señaló su padre.
─Está bien. Bendición,
papi. Bendición, mami ─y con estas
palabras, se fue a la cama y, abrazada a su querido peluche, se quedó dormida.
El sueño de Nicole.
Un hermoso ángel
condujo a la niña a mirar dos maravillosas cascadas, ante las cuales quedó tan
impresionada, que le preguntó al querubín si podía sumergirse en ellas para
divertirse como en un tobogán.
De inmediato, ante
la afirmativa respuesta del ángel, la niña se adentró en aquellas aguas
cristalinas, y con mucho júbilo, se pasaba de una cascada a otra, tratando de
descifrar en cuál de las dos se sentía mejor, hasta que se dio cuenta que la
sensación de paz, regocijo y armonía interior que le generaban ambas caídas de
diáfanas aguas, era la misma.
De repente, Nicole
se detuvo en el centro de ellas y, poco a poco, las dos cascadas se fusionaron
en una sola, mientras la bañaban plácidamente; al tiempo que unas luces
multicolores emergían de aquellas magníficas aguas e impregnaban su cuerpo de
chispitas de colores.
En ese instante, se
escuchó la voz del ángel: ─Nicole, las alas de
tu corazón llevarán todo tu amor a tu hermana o a tu maestra, así no estés
presente, por lo que toma la decisión que te haga sentir como ese baño de agua
y luz que acabas de recibir.
Así, esta dulce voz
se fue mezclando con las voces de sus padres:
─¡Hija, buenos días!
¡Es hora de levantarse!
─Buenos días, mami,
papi ─contestó muy somnolienta.
─¿Cómo amaneciste,
hija?
─Bien, mami. Con
mucho sueño ─asintió aún adormecida.
─A ver, ¿y a qué
lugar te llevaremos? ─interrogó el padre.
Nicole
se sentó en su cama, hizo un breve silencio y exclamó:
─¡Iré al compartir!
─Muy bien, hija, ¿y
puedes decirnos por qué decidiste el compartir? ─preguntó la madre.
─Porque no veré más
a mi maestra y quiero despedirme de ella.
Y casi en un susurro, agregó: ─La quiero mucho;
para mí, ella es insustituible.
─En cambio, el acto de mi hermanita puede grabarse y, cuando
regresemos a casa, podré verlo. Y aunque no esté presente, mi corazón estará
allí, porque el amor que siento por mi hermana es inmenso como el universo.
─Entendemos, Nicole, sabemos del amor tan grande que sientes por tu
hermana, pero también queremos que te sientas bien con tu decisión –precisó la
madre.
─Hija, también es importante recordar que la vida es muy dinámica,
por lo que no sabemos si más adelante vuelvas a encontrarte con tu maestra, así
sea para que se den un abrazo ─aclaró el padre.
─¡Sí! ¡Papi, mami,
los amo mucho! ─exclamó Nicole, mientras la familia
reía y abrazaba a la niña, a la par que un círculo chispeante de colores los
circundaba con intermitencia.