Una mirada desde el Ser
El miedo
Una pesadilla detona lágrimas y desesperación.
Es como si se desprendiera el techo en mi cabeza y sucumbo ante el miedo. No me
hallo, no me siento. Quizás es la sensación que produce lo nuevo, o la
nostalgia que ocasiona el anhelo por lo viejo, por lo conocido. No lo sé. Un grito
interno me sofoca. Aunque sonrío, la melancolía me quema por dentro y se
refleja en la mirada. Esa que pensé que se había liberado de mis ojos, pero que
ha vuelto a mí, y la siento pesada.
Me echo a la cama y no quiero levantarme. Es como si se detuviera el tiempo y las pocas ganas de vivir afloran sin compasión. Un llanto seco se detiene en mi garganta. Los pensamientos no lo dejan salir. Me despojo de lo que he sido, de lo que he hecho, de lo que era, o creía ser, y es allí cuando los velos comienzan a caer con sutileza, con dolor. Un torbellino de emociones me arropa y el vértigo aparece como una ráfaga de viento, se instala en mi ser, no tengo equilibrio. Todo se mueve a mi alrededor, paredes, techo… todo. ¿O es mi cuerpo quien gira? Sí. La cabeza me da vueltas. Así es el vértigo, y con él, mi miedo a lo desconocido regresa repotenciado.
—De todo.
—Es verdad.
—Quiero gritar.
—Quiero llorar.
—Quiero volar.
—¿Y qué hago con lo desconocido?
— ¿Mejor el blanco o el negro?
— ¿Tengo miedo de caer?
(Silencio. Miradas).